martes, 30 de agosto de 2011

Con los mismos tintes. Siempre.

Afirmar de haber sentido el miedo nunca será comparable a haberlo sufrido. Miedo a fracasar, miedo a vivir, miedo a ser, miedo al propio miedo.
Crujir los dedos en tal situación me era totalmente necesario. Un tumulto de hormigas se abalanzaban por mi boca y descendían hasta mis piernas. Tus entrecerrados ojos verdosos aparecían entre el fondo grisáceo de mi mente. Mi silencio era un vasto viento que se arrojaba sobre el seco lecho de un río. Mientras balbuceaba tu te comías todas las palabras que intentaban evitarme
Las punta de mi pluma nunca soportará la presión de tus labios sobre mi carta e inevitablemente quebrará. Las palabras que sabían al dulzor de la sal se caerán sin pensar en la gravedad o en la inercia. Ahora un diccionario de decepción y de sorpresa ocupa el lugar más céntrico de mi estantería.
Lo evidente en ocasiones puede ser de lo más predecible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario